REVISTA NIVEL 2

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Primera Iniciación.

El Nacimiento en Belén.

Extracto del libro

Los Rayos y las Iniciaciones

Alice Bailey-

Maestro Tibetano (Djwhal Khul)


He conservado la nomenclatura cristiana que antecede, debido su familiaridad y porque (hablando simbólicamente) imparte un aspecto de una mayor. Así como el nacimiento de un niño es una entrada en la luz, hablando literalmente, y el comienzo de un sistema de vida totalmente nuevo, así cada iniciación sucesiva es, en forma exactamente similar, una entrada en la luz, involucrando la revelación de un mundo diferente del hasta entonces conocido y la adquisición de experiencias totalmente nuevas. Si los estudiantes mantuvieran cuidadosamente presente esta simbología y definición, obtendrían un concepto más agudo de los procesos que tienen por delante. Esto es particularmente verdad en relación con la primera iniciación; la analogía rige desde los mismos albores de la historia, en lo que a la humanidad concierne.

 


En la antigua Lemuria, con el advenimiento de las ideas y del mecanismo mental, la vida animal de grado inferior (que en cierta medida parecía humana, pero definidamente no poseía mente, era ignorante y ciega) fue repentinamente consciente de lo que arrojaba luz en su camino, lo cual significó muy poco para los hombres animales de esos días, pero acrecentadamente tuvo significación a medida que transcurrieron los milenios; civilizaciones aparecieron y desaparecieron; también se desarrollaron razas y desaparecieron.

En los días lemurianos, la luz de la percepción que moraba internamente (aunque era una percepción tan distante de la nuestra, lo que es prácticamente inconcebible) reveló el mundo físico y lo que en él existía, y que el ser humano de entonces consideraba deseable.

 

 


Luego, en la época atlante, esa misma luz que moraba internamente y la luz de la mente en desenvolvimiento, sirvieron para develar el mundo de las emociones, y en la segunda mitad de ese período se revelaron los valores más estéticos; las artes empezaron a florecer y se registraron el color y la belleza.

En nuestra moderna raza aria, la luz nos ha revelado el mundo del pensamiento y nos ha llevado a una síntesis de los sentidos, desarrollados en anteriores ciclos de la vida humana.

Cada una de estas tres razas tiene en escala racial, en forma misteriosa, una analogía con las primeras tres iniciaciones.


Hoy, a medida que entramos en la nueva era, tiene aplicación la simbología de la cuarta iniciación, la Renunciación; los hombres enfrentan la necesidad de renunciar a los valores materiales para sustituirlos por los espirituales.

El fermento del proceso iniciático continúa minando el materialismo de la raza humana, revelando cada vez más la realidad subyacente en el mundo fenoménico (único mundo reconocido por los lemurianos) y, al mismo tiempo, proporcionando ese campo cultural de experiencia en el cual los hijos de los hombres, que están preparados para ello, pueden pasar por las cinco iniciaciones, técnicamente entendidas. Éste es el factor importante. Por consiguiente, es nuestro punto de partida.

El proceso histórico puede revelar, y revelará, la entrada gradual de la humanidad en "las zonas iluminadas" de conciencia, siempre en expansión; en dichas zonas el camino del desenvolvimiento evolutivo ha conducido a la raza humana directamente a la etapa donde hay muchos, muchos miles (millones si consideramos toda la humanidad los que hoy están en encarnación y los que no lo están por hallarse en los planos internos) que han podido salir del campo iluminado de los tres mundos y penetrar en otra zona, donde la luz de la mente puede fusionarse con esa mayor luz del alma.

 

Ellos han pasado (en vidas anteriores, aunque no lo recuerden) por la experiencia y la iniciación del nacimiento y, como resultado de esto, aquello que puede revelar lo que la mente es incapaz de iluminar, está ahora desarrollándose y fusionándose dentro de ellos.

 

La "luz de la vida" ya está disponible, en un sentido mucho más literalmente verdadero de lo que pueden percibir en la actualidad, y cada sucesiva iniciación demostrará con más claridad este hecho.

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La Iniciación del Nacimiento ha quedado atrás en la experiencia de muchos, y esto se demuestra efectivamente en las vidas de quienes están conscientes y voluntariamente orientados hacia la luz, ven un mundo más amplio que el de sus propios intereses egoístas, son sensibles a la vida crística y a la conciencia espiritual de sus semejantes y visualizan un horizonte y panoramas de contacto no percibidos por el hombre común; se dan cuenta de una posible realización espiritual, que es desconocida y no deseada por aquellos cuyas vidas están condicionadas enteramente por las emociones o por la mente concreta inferior.

 


En esta etapa de desenvolvimiento poseen un sentido de dualismo consciente, conociendo la realidad de la existencia de ese "otro algo" que no es el no yo fenoménico, emocional y mental.

 

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La primera iniciación podría ser considerada como la meta y la recompensa de la experiencia mística; ésta no es fundamentalmente una experiencia ocultista en el verdadero sentido del término, porque raras veces es exactamente comprendida o se prepara conscientemente para ella, como es el caso de las iniciaciones posteriores, razón por la cual las primeras dos iniciaciones no son consideradas mayores.

 

 

En la realización mística hay, lógica y normalmente, un énfasis puesto sobre el dualismo, pero en la nueva zona de desenvolvimiento donde una iniciación tras otra son primeramente visualizadas, luego se lucha por ellas y después se logra se obtiene la unidad y desaparece el dualismo.

 

Por lo tanto, los estudiantes deben recordar el siguiente y definido concepto esotérico: El camino místico conduce a la primera iniciación. Habiendo cumplido su propósito, se renuncia a él, entonces se sigue el "camino iluminado" esotérico, que conduce a las zonas iluminadas de los estados superiores de conciencia.

 

 

Como se ve, ambos caminos son esenciales; actualmente el camino místico es el de la mayoría, y un grande y creciente número de místicos surgirá de las masas humanas modernas; paralelamente a éste, el camino esotérico atrae cada vez más a los intelectuales del mundo.

Su experiencia no es básicamente religiosa, tal como el clero ortodoxo comprende la palabra. El camino de la ciencia es profundamente necesario para el género humano, como lo es el de la religión, pues Dios se encuentra igualmente en ambos caminos.

 

 

El camino científico conduce al aspirante al mundo de las energías y fuerzas, el verdadero mundo del esfuerzo ocultista, revelador de la Mente Universal y la actuación de esa gran Inteligencia que creó al universo manifestado.

El "nuevo hombre" que ha llegado al nacimiento en la primera iniciación, debe hollar y hollará el camino ocultista o científico, que lo conduce inevitablemente fuera del mundo del misticismo, llevándolo a la segura y científica percepción de Dios como vida o energía.

 


La primera iniciación marca el principio de una vida y un modo de vivir totalmente nuevos y señala el comienzo de una nueva forma de pensar y de percepción consciente. La vida de la personalidad en los tres mundos ha nutrido durante eones el germen de esta nueva vida y ha fomentado la diminuta chispa de luz dentro de la relativa oscuridad de la naturaleza inferior. Este proceso está llegando ahora a su fin, aunque en esta etapa no será interrumpido totalmente porque el "nuevo hombre" tiene que aprender a caminar, hablar y crear; sin embargo, la conciencia se enfoca ya en otra parte.

 

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Esto conduce a mucho dolor y sufrimiento, hasta tomar el iniciado la decisión definitiva, acordar una nueva dedicación al servicio y estar preparado para recibir la iniciación del Bautismo. Los miembros del nuevo grupo de servidores del mundo deberían estar a la expectativa de quienes dan señales de haber pasado por la experiencia del "nacimiento", y ayudarlos a obtener mayor madurez.


Deberían suponer que todos los que aman realmente a sus semejantes, se interesan en la enseñanza esotérica y tratan de disciplinarse para alcanzar una mayor belleza de la vida, son iniciados y han pasado por la primera iniciación.

 

Cuando descubren a quienes buscan la polarización mental y evidencian deseo y aspiración para pensar y saber, conjuntamente con las señales características de haber recibido la primera iniciación, pueden considerar con toda probabilidad, sin lugar a dudas, que tales personas han recibido la segunda iniciación o están á punto de hacerlo.
Entonces sabrán con toda claridad cuál será su deber. Mediante esta aguda observación, por parte de los servidores del mundo, se van ampliando las filas del nuevo grupo.

 

La oportunidad y el estímulo son hoy tan grandes que todos los servidores deben estar alertas, desarrollando en sí mismos la capacidad de registrar la cualidad que debe ser buscada, ayudando y guiando en tal forma, que unirán en un grupo cooperador a esos discípulos e iniciados que deben preparar el camino para el Cristo.

La primera iniciación debería considerarse como instituyendo una nueva actitud en las relaciones, lo cual todavía no sucede. Las relaciones reconocidas hasta ahora, hablando en forma general, fueron instituidas kármica, física y emocionalmente, siendo mayormente objetivas y predominantemente conciernen al plano fenoménico, con sus contactos, deberes, responsabilidades y obligaciones.

 


Sin embargo, las nuevas relaciones que deben ser acrecentadamente reconocidas son subjetivas y tienen muy pocos indicios fenoménicos.

Abarcan el reconocimiento de quienes deben ser servidos; involucran la expansión de la conciencia individual hacia una creciente percepción grupal;

conducen eventualmente a responder ansiosamente a la cualidad jerárquica y a la atracción magnética del ashrama.


Este desarrollo, en el reconocimiento de las relaciones, conduce finalmente al reconocimiento de la Presencia de Cristo y a la relación con Él. No tenemos por qué ocuparnos de la relación del Logos planetario y Su reconocimiento. Todas estas relaciones comienzan en su más veraz significado y con un objetivo correctamente entendido, en el nacimiento del "nuevo hombre". Cristo Se refirió a ello cuando dijo: "Salvo que un hombre nazca de nuevo, no podrá ver el Reino de Dios".
Empleo aquí la terminología cristiana, pero prefiero hablar del "nuevo hombre" en vez de la frase estrictamente cristiana "el nacimiento del Cristo Niño en el corazón".
Mediante la piedra angular de las relaciones, los servidores del mundo harán contacto con los iniciados y los discípulos aceptados del mundo y descubrirán a esos aspirantes que pueden ser ayudados y entrenados.
Llamaré la atención sobre otro punto. En el mundo fenoménico del ser humano común que no ha pasado todavía por la experiencia iniciática del renacimiento, el énfasis ha estado siempre, y lo está hoy, sobre la relación dual de los sexos, dando testimonio de ello las novelas, las obras de teatro, las películas y los asuntos de los hombres. La creatividad se expresa principalmente en la propagación de la raza, efectuada por la relación masculina y femenina, o por los polos positivo y negativo de la familia hu¬mana. Esto es correcto y bueno y forma parte del Plan divino. Aunque los hombres hayan prostituido sus facultades y envilecido sus relaciones, el plan básico es divino e ideal.

Después de la primera iniciación, toda la relación sexual se transfiere gradual y constantemente al lugar que corresponde, como una mera fase natural de la existencia en los tres mundos y como uno de los apetitos normales y correctos, pero el énfasis cambia. La experiencia y la analogía superiores y aquello de lo cual el sexo físico es sólo el símbolo, se hace evidente. En lugar de masculino y femenino, surge la relación magnética entre la ahora negativa personalidad y el alma positiva, con la creatividad consiguiente en los planos superiores. El centro coronario y el centro entre las cejas (ajna) son los agentes de esta relación y eventualmente por medio del cuerpo pituitario y la glándula pineal condicionan la personalidad, permitiendo su fusión con el alma.
He dado mucha información en mis numerosos libros sobre la iniciación, los rayos y los centros, y no es necesario repetirla; sin embargo, es imprescindible recopilar y clasificar la información diseminada a fin de poder estudiarla en su totalidad.
Gran parte de quienes leen estas instrucciones y estudian mis libros están en proceso de preparación para recibir una de las iniciaciones, y todo el tema debería serles, por lo tanto, de sumo interés.
Deben cerciorarse (por lo menos como tentativa) qué iniciación tienen por delante y luego descubrir todo lo posible sobre la misma y sus prerequisitos, esforzándose por aplicar en forma práctica la información impartida, la cual puede ser verdad o no, y si lo es, tiene vital importancia para el progreso futuro, debiendo procurar cierta medida de comprensión.
He enseñado que la actividad o la inactividad de los centros condiciona a la personalidad, actuando por medio del sistema endocrino; que las energías canalizadas y las fuerzas por ellos generadas, pueden ser controladas y dirigidas por el alma, el hombre espiritual.
He dicho también que la energía del centro sacro (el centro más involucrado y activo en el momento de la primera iniciación) debe ser transmutada y elevada al centro laríngeo, transformando así el acto creador físico en el proceso creador que produce lo bueno, lo bello y lo verdadero.
El abecé del conocimiento fundamental es: la transmutación del sexo. En ese proceso transmutador los hombres han cometido grandes errores y han abordado el tema desde dos ángulos:
1. Han tratado de suprimir el deseo natural, esforzándose por destacar el celibato obligatorio, desviando así con frecuencia a la naturaleza y sometiendo al "hombre natural" a reglas y reglamentos que no estaban en la intención divina.

 

 

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2. Han tratado de agotar en el otro extremo el deseo sexual normal por medio de la promiscuidad, el libertinaje y las perversiones, perjudicándose y sentando las bases para las dificultades que se producirán en muchas encarnaciones futuras.
La verdadera transmutación es, en realidad, el logro de un correcto sentido de proporción en relación con cualquier aspecto de la vida humana y, en lo que respecta a los hombres actualmente, tiene particular referencia al centro sacro y a las energías que lo ponen en actividad.
Cuando el debido reconocimiento del lugar que la vida del sexo debe ocupar en la vida diaria vaya paralelo a la concentración mental en el centro laríngeo, ese centro automáticamente llegará a ser magnético, y atraerá hacia arriba las fuerzas del centro sacro a través de la columna vertebral, "al lugar de la construcción creadora"; entonces la vida sexual normal no se atrofiará y estará regulada y relegada a su correcto lugar, como una de las facultades o apetitos comunes de los cuales fue dotado el hombre; la vida sexual es controlada cuando no se tiene un interés directo y está subordinada a la ley del país, respecto a su relación con el polo opuesto negativo y femenino o positivo y masculino.

 

 

 

 

 

 

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