Recuerdos
de mi vida junto a Vicente, III
Javier A. /Juan Ramón
(Extractos
del artículo de la revista)
..
Pregunta:
Juan Ramón González Ortiz
¿Tuviste alguna experiencia especial con Vicente, ya fuera
grupal o individual?
Respuesta:
Javier Antolínez
Sí, tuve muchas. Algunas de forma particular y también
de forma grupal. Cuando estabas con él, siempre pasaban cosas
y siempre eran muy positivas. Jamás tuvimos experiencias negativas
o desagradables.
Llegó un día en que mi hijo mayor tenía que hacer
la comunión y yo no quería que ésta fuera por
la Iglesia.
Le pregunté a Vicente si le gustaría venir a Palma y
ser él quien oficiara la ceremonia en mi casa. Tanto a él
como a su esposa les pareció muy buena idea, y aceptaron la
invitación de pasar unos días en Mallorca.
Llegó el día de la ceremonia y cuando nos estábamos
preparando para ella, todos sentimos una emoción enorme que
nos sobrepasaba, incluso sin saber el porqué nos saltaban las
lágrimas de una alegría increíble.
Entonces Vicente se acercó a mí y me dijo, “está
aquí el Maestro”.
Ya
lo habíamos sentido todos, pero no sabíamos qué
ocurría.
La ceremonia fue algo muy difícil de describir. Ninguno de
nosotros habíamos vivido jamás algo así, y durante
todo el día sentimos una sensación como de flotar, sin
peso.
La ceremonia fue sencilla, pero llena de contenido espiritual.
Hubo algo que sucedió y que dejó constancia de la presencia
del Maestro en mi casa.
Había en la terraza una planta, concretamente un poto. El pobre
no había forma de que prosperase. Tenía unas hojas muy
pequeñas y siempre caídas, a pesar de que le poníamos
abono y se regaban adecuadamente.
Ese mismo día crecieron hasta conseguir un tamaño casi
cinco veces superior al que tenían, y durante casi una semana
siguieron creciendo. La planta se desarrolló muchísimo.
Su crecimiento duró unos tres meses más, y poco a poco
fue languideciendo otra vez, aunque mantuvo el tamaño.
Recuerdo otro día que estábamos en una meditación
del grupo en una habitación no muy grande, y bastante apretujados.
Para poder recogernos en la meditación, dejamos encendida una
vela. Se apagaron todas las lámparas, y con un poco de luz
proviniente de la calle se consiguió un ambiente propicio para
poder estar más centrados.
Recuerdo que no corría ni la más leve corriente de aire
en la sala. De pronto, todos sentimos como si nos envolviera una brisa
muy suave, como si una pluma grande acariciara nuestras caras.
Entonces
la vela se apagó. Pasaron unos segundos de sorpresa, en completo
silencio, y la vela se volvió a encender sola.
En ese instante todos sentimos una Paz enorme y una sensación
clarísima de no tener peso, de ser completamente livianos.
También tengo recuerdos muy bonitos del viaje a Argentina,
donde sucedieron muchas cosas y todas ellas muy positivas y demostrativas
del apoyo que el Maestro Kuthumi proporcionaba a Vicente, y cómo
ciertos Ángeles apoyaron en todo momento aquel viaje.
Entre todas ellas, que como digo fueron muchas y maravillosas, estuvo
la que nos pasó en Oberá.
Aquella tarde, los amigos de allí habían organizado,
en un teatro o centro cultural, la conferencia de Vicente.
Al entrar noté de forma muy clara que había una energía
muy negativa y tensa, que parecía que no quería que
Vicente diera la conferencia.
Fue
una sensación muy desagradable y tensa, que, además
de mí, sintieron muchos de los asistentes.
Cuando Vicente comenzaba sus charlas, siempre lo hacía de pie.
Además, cuando él veía que era el momento oportuno,
hacía un silencio que aglutinaba a todo el público de
forma mágica y conseguía que todos los asistentes dirigiéramos
nuestra mirada y atención a él. Entonces se producía
en un instante, un silencio increíble.
Como siempre, comenzó saludando a todos los presentes y acto
seguido continuó con su charla.
No me acuerdo del tema, pero sí que recuerdo cómo hubo
una lucha entre una enorme resistencia a que hablara, que se podía
masticar, y sus palabras.
Recuerdo perfectamente que le costó bastante dominar aquella
resistencia ambiental; quizás unos cinco o diez minutos, pero
cuando lo hizo, la estancia se llenó de paz y de equilibrio
emocional. Fue algo que sentimos todos los allí presentes.
Al terminar la conferencia, conforme salíamos de la sala, se
aproximaron a Vicente unas personas, vestidas de obscuro y con cierto
aire de violento.Yo me encontraba a su lado, por lo que pude seguir
la conversación.
Estos
señores se presentaron y le vinieron a decir algo así:
“Señor Beltrán, ha sido un enorme placer escuchar
sus palabras y estas nos han transformado por completo. Tenemos que
confesarle, que no veníamos con buenas intenciones a su charla,
pero sus palabras nos han dejado profundamente impresionados”.
Fueron más explícitos y amables, pero no recuerdo el
total de la conversación.
Según
nos dijeron los amigos de Oberá, estas gentes eran de ideología
de extrema derecha, bastante violentos. Venían con cadenas
para reventar la conferencia de forma violenta. No podíamos
creerlo, y más, después de sus palabras de alabanza
a Vicente, pero estamos seguros que no nos mentían.
19 de agosto de 2024
Javier Antolínez
REVISTA
NIVEL 2 NÚMERO 38 Octubre2024