EL
CUERPO ETÉRICO
EN
EL SER HUMANO, II
Javier Antolínez

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Hablar
sobre el cuerpo etérico, siempre genera un interés especial.
Sin
la menor duda, esto es debido a que se sabe muy poco de él
y son muy pocas personas las que tienen una cierta noción del
mismo, entre las que me encuentro.
Desde niño, me llamaron poderosamente la atención ciertos
aspectos del mismo.
En
aquella época no tenía la menor idea de qué se
trataba, pero me parecía algo natural y a su vez, veía
que al hablar sobre aquellas particularidades que yo veía,
con mis familiares y algunos amigos, me miraban de una manera rara
e incluso me preguntaban, ¿de que estas hablando?
Como
si les sonara a chino.
Esto les pasa a muchos niños, que pudiendo ver lo que los adultos
no ven y cuando hablan de ello, esos adultos les hacen callar diciéndoles
en la mayoría de los casos, “calla niño no digas esas
tonterías”.
Además, los familiares con cierta alarma, solían pensar
y todavía siguen pensando muchos, “a ver si vamos a tener que
llevar el niño al médico por estas cosas tan raras que
dice”.
Esto ha sido muy habitual en un pasado no tan lejano, pero está
cambiando. Aquellos niños que veíamos cosas que el resto
no veía y a los que no nos tomaban en serio, ahora son padres
o abuelos y ya saben que cuando su hijo o su nieto habla de ello,
les prestan atención e incluso les interrogan para que los
niños les cuenten y se encuentren más seguros y, por
supuesto, no tengan la inseguridad y el desamparo que nosotros tuvimos.
No podemos olvidar que la inmensa mayoría de los niños
no mienten y si cuentan algo, es porque para ellos es evidente.
Cuento esto porque, aunque parezca que no tiene nada que ver con el
cuerpo etérico, sí que tiene que ver y mucho.
Muchas energías, entidades, u otras cosas que se encuentran
próximas en el arco vibratorio del etérico, muchos niños
las ven.
Unos dejan de ver todo esto a partir de los 7 años y otros
lo mantienen de por vida, e incluso con el tiempo ven mucho más
allá, desarrollando esas capacidades largamente.
En realidad, esto supone un proceso evolutivo que está afectando
a la humanidad en su totalidad, puesto que muchas reencarnaciones,
que se han ido produciendo después de la II Guerra mundial,
son de personas altamente evolucionadas.
Muchos
de ellos son discípulos espirituales, en diferentes grados
de evolución, con capacidades perceptivas superiores.

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Por lo tanto, muchos de los seres humanos reencarnados en esta época,
ya vienen con ciertas capacidades de visión que supera los
límites habituales a los que estamos acostumbrados.
Son bien conocidas las limitaciones de visión que tenemos los
humanos. Solo vemos dentro de una gama vibratoria muy estrecha, pasando
lo mismo con los sonidos y con el olfato.
Sin embargo, los animales de compañía y otros que no
lo son, pueden ver y oír de forma distinta a nosotros y en
otro arco diferente de la gama vibratoria a la que nosotros percibimos.

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El caso de las serpientes es notorio, ya que ven en una gama del infrarrojo
que solo les permite ver seres vivos. Es decir, si una serpiente pasa
al lado de un ratón muerto no lo verá, ya que su cuerpo
etérico ya no está con él, por lo tanto, el infrarrojo
que indica el calor que desprende un ser vivo, ya no existe en él,
por lo que la serpiente no lo puede ver.
Esto es una breve introducción para poder entender que hay
personas, al igual que pasa también en los animales, que ven,
oyen, huelen con mayor precisión a la gran mayoría,
puesto que todo es vibración, es energía.
Existe una variedad de posibilidades, tanto de visión como
de audición en el Reino animal y en el Humano, que la ciencia
oficial ya reconoce.
Se
sabe que hay perros que ven en colores y otros solo en blanco y negro
o en matices de grises.
Lo mismo se puede afirmar de otros animales, próximos a nosotros,
a los que se ha podido estudiar. Es muy conocido el hecho de que los
perros oyen frecuencias inaudibles para nosotros.
Los ciegos de nacimiento nunca verán la luz, por lo que, para
ellos, “la luz es un concepto” que reciben de los que les rodean,
que no son ciegos.
Para estos invidentes, no es una realidad, como para nosotros que
la vemos con todos sus matices, por lo que ellos se imaginan la luz
en base a los relatos de los que les rodean.
En el caso del cuerpo etérico, pasa lo mismo: para la inmensa
mayoría es un concepto, por lo que, aquellos que no lo ven,
o se fían de lo que dicen los que lo ven, o no creen ni que
exista; incluso toman por chalados a los que pueden verlo.
Por esta razón, aquellos que ven “de verdad”, siempre han estado
considerados “como gente rara”.
Hay un hecho que hoy en día ya está siendo irrefutable,
y es que cada vez vienen a la manifestación física seres
humanos con unas capacidades diferentes al resto, con percepciones
de muy diferentes índoles a lo habitual.
Hay que decir que esto siempre ha sucedido, pero últimamente
está siendo mucho más numeroso y evidente.
Lo
que significa que la humanidad está despertando, haciéndose
sensible, lentamente, hacia el reconocimiento de otros niveles vibratorios,
superiores al material, siempre hablando en términos generales
de energía.
No podemos olvidar que la materia es energía densificada, por
lo que el hecho de que no seamos capaces de poder ver y oír
en niveles vibratorios más sutiles o de más alta frecuencia,
no significa que no existan, quiere decir que nosotros tenemos limitaciones
en su percepción.
El cuerpo etérico físico, como muchos ya saben, se encuentra,
en la escala vibratoria justo en 4º nivel del plano físico,
es decir se encuentra en la mitad del plano físico, puesto
que cada plano tiene 7 subplanos.
Este plano se encuentra en un nivel vibratorio superior al gaseoso
y, si para nosotros el aire y los gases no son visibles, el cuerpo
etérico, que tiene una frecuencia más alta, es más
difícil de ver.
Este cuerpo que se encuentra interpenetrando todo el cuerpo físico,
también sobresale del mismo entre unos 5 y 10 cm., en términos
generales, incluso algo más en personas de gran potencial de
salud.
Es un cuerpo brillante y luminoso.
En numerosas ocasiones es confundido con el aura astral, siendo esta
última mucho más difícil de ver, aunque no imposible.
Hay personas que la ven, aunque son muchas menos de las que dicen
que lo ven.
Conforme vamos evolucionando, vamos siendo conscientes de aspectos
más sutiles de nuestra vida. También se van haciendo
patentes algunas percepciones que para la gran mayoría son
invisibles e intangibles.
En esta área se encuentran aquellos a los que llamamos “videntes”,
y se hace necesario distinguir entre dos tipos de videntes.
Unos son los que mantienen características de razas muy antiguas,
y que son capaces de ver el cuerpo etérico de los seres vivos.
Incluso se pueden comunicar con ciertos muertos que se mantienen apegados
al entorno donde vivieron. También pueden ver entidades de
niveles próximos al físico.
Estos videntes tienen casi las mismas características de animales
próximos a nosotros.
A este tipo de videncia se le caracteriza como “videncia inferior”,
no de forma peyorativa, sino por la forma de ver en comparación
con el siguiente tipo de videncia.
El otro tipo de videncia es la “videncia superior”, de la que nos
ocuparemos más adelante.
Muchos chamanes, aunque no todos, mantienen estas capacidades, con
las que a lo largo de la historia de la humanidad han podido ayudar
a muchísima gente. También es cierto que otros, han
hecho mucho daño.
El conocimiento de la invocación a entidades, se puede utilizar
tanto para ayudar como para destruir, y a este conocimiento lo conocemos
como magia.

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La magia en sí misma no tiene signo. El signo positivo o negativo
lo da el que la utiliza, según sea para ayudar o para hacer
daño. Pasa lo mismo que con el dinero, éste no es malo
ni bueno, depende para qué y cómo se utilice.
Hablando del dinero, todos sabemos que desde siempre se ha demonizado
el dinero como algo negativo, haciendo creer a los fieles seguidores
de una u otra religión, que frena la evolución de aquellos
que lo poseen.
Muchas religiones así lo han difundido a lo largo de los siglos,
incluso de milenios, mientras que sus dirigentes se han llenado sus
bolsillos a costa de sus ingenuos fieles seguidores, que donaban fortunas
a dirigentes religiosos en la creencia de que aquella donación
les facilitaría su entrada en el Paraíso después
de su muerte.
Pues bien, el dinero es una energía, pero una energía
densificada, hasta el punto que no sólo la vemos, si no que
la tocamos y atesoramos. En oposición a la densidad anterior,
diremos que es una energía sutil, hasta el punto en que hoy
en día, en la era de los ordenadores, el dinero casi ya no
fluye de mano en mano, como antes, son apuntes contables en unos ordenadores,
en sus bases de datos.

Escenas de la película Crisis.
Sobre
opiáceos y analgésicos.
Pagamos las cosas con tarjetas de plástico, hacemos transferencias
vía internet y, también, con el teléfono mediante
los bizum. Por lo tanto, esta forma de utilización del dinero
se puede decir que “casi es etérica”.
A esto tendríamos que añadir la forma de cómo
lo utilizan los bancos, ya que de un euro que nosotros depositamos
en el banco, ellos lo multiplican por diez, dando créditos
sobre ese euro, diez veces a lo depositado por nosotros.
Esto demuestra que el elemento dinero es más etéreo
que físico. Esta forma de utilizar nuestros recursos, que provienen
del esfuerzo de nuestro trabajo, sea el que sea, es algo que, desde
mi punto de vista, supone una total falta de ética, sin entrar
a profundizar más.
Entonces, si el dinero es una energía y nuestra evolución
se centra en la correcta utilización de la energía,
entre otras cosas ¿Cuál es la clave para la correcta
utilización de la energía-dinero?
Solo hay un factor que nos permitirá la correcta utilización
del dinero y es, “El Desapego”.
Solo el desapego nos permitirá liberarnos, no solo del dinero,
sino también de todas y cada una de nuestras posesiones, ya
sean físicas, emocionales o mentales, adquiridas a lo largo
de vidas.
No podemos olvidar que una de las posesiones más conocidas,
es el amor a nuestros semejantes.
Cuando este amor se convierte en posesión, puede llegar a ser
obsesiva, materializándose en los celos, y transformándose
en una enfermedad grave.
La
avaricia, se encuentra en el mismo nivel vibratorio, ya que la avaricia
proviene del deseo incontenible de poseer, al igual que los celos.

En definitiva, los siete pecados capitales manifiestan patentemente
el apego, en su grado más extremo. Los objetos a poseer son
infinitos en la vida humana.
No podemos olvidar que aquí estamos de paso para aprender a
utilizar lo que la vida física nos provee, no somos propietarios
de nada ni de nadie. Por lo que el desapego, ante todo lo que la vida
nos da, es la verdadera clave para ir purificando nuestros vehículos
y, de esta forma, ir sutilizándolos.
En este proceso de sutilización, se encuentra la clave de la
autoconsciencia y capacidad perceptiva de niveles superiores, es decir
de “la videncia superior”.
Mirando esto desde el verdadero punto de vista espiritual, no con
el que se pretende dogmatizar actualmente a la población, con
la conocida y repetida frase, “no tendrás nada y serás
feliz”.
Una
manipulación más de las muchas que sufrimos.
Los que podemos ver un poco más allá de nuestras narices,
ya sabemos muy bien a qué y a quiénes se refiere esta
frase, que son los que pretenden tener todas las propiedades, en exclusiva
para ellos, en una avaricia sin límites.
Se puede ser paupérrimo y estar muy apegado a lo poco que esta
persona tenga o se puede ser multimillonario y no tener el menor apego
a nada de lo que se posea.
Sobre esto hay infinitos casos en nuestra historia que lo demuestran.
Tenemos en nuestra sociedad actual elementos que utilizamos a diario
y que forman parte de nuestra actividad cotidiana, familiar, social,
etc., como son los teléfonos, que ya son inalámbricos,
la radio, la televisión, internet, etc. Son tan familiares
que no les damos la importancia que realmente tienen y que es mucha,
en cuanto a la evolución humana.
Estos elementos que son tan familiares y que hace solo unos años
no estaban a nuestro alcance como lo están hoy, son los precursores
de la visión del éter y de la telepatía.
Esto se está desarrollando a gran velocidad, y en unos años
veremos todavía avances que hoy en día no nos podemos
ni imaginar.
Como siempre, todo lo que llega a manos de los hombres, al principio
se usa de forma inadecuada y a ser posible para conseguir dominar
a los que se tiene por debajo, es decir para tener poder sobre los
demás, esto incluye la mala utilización del dinero,
como elemento de poder de ciertas personas que lo tienen, sobre los
que no lo tienen. Llegará el tiempo, que no está lejos,
que esta tecnología se utilizará para el desarrollo,
tanto material, como espiritual de la humanidad.
Hay un tema altamente controvertido y de rabiosa actualidad. Se trata
de los trasplantes de órganos. Soy consciente que lo que voy
a decir va a mover muchas conciencias, pero no escribo para contemporizar
y menos para ser políticamente correcto. Por esta razón
voy a exponer mi opinión sobre este tema, basándome
de forma exclusiva en la Ley de la analogía.
Como no me gusta andar con juegos lingüísticos que suavicen
la realidad, iré al grano.
El asunto de los implantes de órganos, tal y como se está
realizando actualmente, lo considero una aberración científica,
puesto que introducir órganos o vísceras de otras personas,
en otro cuerpo, cuyo nivel vibratorio no tiene la menor sincronicidad
con la persona a la que se le implanta el órgano, no sólo
crea problemas en el etérico de tipo kármico en el receptor,
sino también en el que dona ese órgano.
A pesar de que el resto del cuerpo del donante esté muerto,
al mantener una parte viva dentro del receptor, se establece una interconexión
kármica entre ambos nada recomendable, a mi entender, ni para
uno ni para el otro.
La ciencia médica considera la compatibilidad de los implantes
en bases únicamente materiales de compatibilidad, que nada
tienen que ver con la evolución de las dos personas y la frecuencia
vibratoria evolutiva entre ambos.
El hecho de que sean compatibles materialmente, nada tiene que ver
con la compatibilidad en sus cuerpos etéricos, puesto que estos
tienen unas características vibratorias completamente diferentes
entre sí.
La
incompatibilidad etérica-física puede ocurrir incluso
entre personas del mismo nivel cultural o evolutivo.
Se podría profundizar mucho más en esto, adentrándonos
en la Medicina Oriental, pero es demasiado técnico y complejo
para quienes no la conocen.
Debido a esto, las personas receptoras, necesitan tomar de por vida
fármacos para evitar el rechazo del órgano implantado.
Esto por sí solo debería de ser un toque de atención
sobre la idoneidad, o no, de la implantación de órganos.
En el caso de la sangre, no llega a ser tan grave, ya que cuando se
transfunde a una persona, a pesar de que la sangre provenga de otra
persona que nada tengan que ver entre sí, ésta cubre
la deficiencia de forma temporal, siendo sustituida por la nueva sangre
que el receptor va creando, bastante rápidamente.
Evidentemente este proceso “científico” responde a diferentes
movimientos, unos son económicos, que son los más importantes,
y otros son los que nos venden, que son de progreso para mejorar la
salud.
En la medicina occidental, las cosas dan un cambio drástico
a finales del siglo XIX, principios del XX.
Esto ocurre cuando magnates de la banca y del petróleo, se
dan cuenta de que las fórmulas químicas de las medicinas
se podían patentar y mantener la propiedad de la patente, así
como la propiedad de la comercialización, mientras que con
las fórmulas de las hierbas no era posible.
Ante este, “digamos”, descubrimiento”, comienza una nueva era en la
medicina occidental. La medicina pasa de ser la encargada de mantener
la salud de la población, a ser la encargada de mantener la
enfermedad de forma crónica, sometiendo a la gente en un nivel
de enfermedad con medicamentos a lo largo de su vida.
Un gran negocio como ya se puede ver hoy en día, con todo lo
que está pasando.
El procedimiento fue sencillo, aunque costoso en cuanto a inversión,
pero muy rentable económicamente, siendo hoy una de las industrias
más rentables, compitiendo con la de las armas, la droga, etc.
Se trató sencillamente de cambiar los programas de enseñanza
de las Universidades de medicina a nivel mundial, mediante la inversión
de ingentes cantidades de dinero en todas aquellas universidades que
accedieron a ello.
Las que no se doblegaron, fueron paulatinamente ahogadas, y, a día
de hoy, dudo mucho que siga existiendo alguna universidad con los
ancestrales conocimientos de la rica medicina de occidente.
Por
esto los antiguos conocimientos se están perdiendo.
La
publicidad, mediante un bombardeo ideológico en sus medios
de comunicación, hizo el resto.
El cambio en los programas de estudio se enfocó, evidentemente,
hacia la eliminación del ancestral conocimiento sobre los fármacos
procedentes de hierbas y otros productos naturales, y a la utilización
de productos químicos sintetizados del principio activo de
las hierbas.
También
muchos medicamentos procedentes del petróleo se desarrollaron,
en principio, con mucho éxito. El descubrimiento de la penicilina
y las vacunas, potenció todo el proceso.
Estas medicinas químicas son eficaces y rápidas en su
respuesta, pero aportan infinidad de efectos secundarios, que deben
de ser medicados con más de esos medicamentos.
Esto ya se empieza a conocer a día de hoy. Solo tenemos que
abrir un poco los ojos y ver como nuestras ciudades están llenas
de farmacias, con grandes hospitales y clínicas privadas, atestados
de enfermos que buscan soluciones a múltiples dolencias que
son tratadas con unas baterías ingentes, de medicamentos.
Ni que decir tiene, que las medicinas naturales fueron prohibidas
y perseguidas, en muchos países de forma abierta y en otros
mediante persecuciones encubiertas y amenazas a los que las practicaban
y practican.
Esto continúa de forma muy activa y cada vez más agresiva.
El objetivo por parte de las farmacéuticas, es la total eliminación
de cualquier vestigio de eficacia de estas medicinas naturales, para
quedarse ellos como únicos protagonistas y dueños del
mercado internacional del enorme negocio de la enfermedad.

De
la película Johnny cogió su fusil.
Las dos guerras mundiales ayudaron mucho a este cambio, al tener a
disposición de los médicos, ingentes cantidades de heridos,
a los que había que operar a gran velocidad y con los mejores
resultados posibles.
Esta tragedia dio lugar a una cirugía muy avanzada y a un perfeccionamiento
en la eficacia de las urgencias. Siendo la cirugía el buque
insignia de la medicina occidental.
La tecnología y la electrónica han hecho el resto, desarrollando
una aparatología extraordinaria que ha dado un gran impulso
a esta medicina en casi todos los campos.
La razón de hablar de esta nueva medicina, que por un lado
es muy positiva y, por otro lado, es un enorme negocio, es porque
tiene mucho que ver con el cuerpo etérico.
La medicina verdadera no es posible si no se trata adecuadamente el
cuerpo etérico, puesto que “el cuerpo etérico es nuestra
parte electrónica”. Es decir, la parte más sutil de
nuestro cuerpo físico.
Para poder tratar de forma armónica, el cuerpo humano se necesitan
las dos partes esenciales de las plantas e incluso de los minerales,
siendo estos, el principio activo y el principio vital.

Naturaleza
y principio vital.
Sin el principio vital, la medicina sintética actúa,
pero lo hace de forma incompleta e ineficiente, dando finalmente problemas
secundarios, al actuar sobre otros aspectos vitales sin el control
del principio vital y con una extrema agresividad a “los órganos
naturales y muy sensibles” de nuestro cuerpo.
La medicina oriental tiene otra vía de funcionamiento, adecuada
a la naturaleza del cuerpo, a sus funciones vitales, tomando en consideración
las energías y cómo éstas fluyen.
Cuando estas energías están desequilibradas, se equilibran
de forma muy eficiente mediante diferentes métodos absolutamente
eficaces de equilibrio y mediante muy diferentes herramientas, respetuosas
con la naturaleza del cuerpo.
La
medicina oriental, no es una medicina invasiva, es una medicina equilibradora,
que busca encontrar el punto de equilibrio perdido, por lo tanto la
salud.
Esta medicina está absolutamente enfocada a la salud y no al
negocio de la enfermedad.
Había dejado pendiente hablar sobre “la videncia superior”.
Debido a que ésta abre un campo infinito de posibilidades,
solo plantearé unas bases elementales de la misma.
Este tipo de videncia, se abre ante los ojos y sentidos de los discípulos
espirituales que buscan denodadamente su iluminación y avance
en los niveles más sutiles del Universo, “buscando de forma
exclusiva la verdad” y entrando en contacto con seres superiores,
como Maestros de Sabiduría y Ángeles superiores.
Este
proceso nada tiene que ver con el misticismo del pasado, es un proceso
potentemente dinámico, es un proceso de adquisición,
en su ser, del Fuego Superior, en un largo y duro proceso de transformación
de todos sus vehículos, conforme su alma en encarnación
evoluciona.
En este artículo, he tratado de visualizar lo cotidiano de
algunos de los elementos que utilizamos, que forman parte de nuestra
vida y que están en relación con el cuerpo etérico.
En definitiva, se trata de desmitificar áreas que consideramos
como esotéricas y que realmente las tenemos al alcance de la
mano diariamente, a pesar de que no las veamos como tal, pero que
su materialización se hace más evidente día a
día, para la sociedad mundial, en utensilios de uso diario.
Octubre de 2024
Javier Antolínez