El Inframundo
Juan Ramón González Ortiz

revista nivel 2

Artículo de

NIVEL 2-NÚM 34-JUNIO 2023


Lo primero que tengo que decir es que voy a escribir este artículo guiado exclusivamente por mi sentido común y por las lecturas, más bien escasas comparadas con cualquier aficionado a las artes mágicas y ya no digamos a la demonología, que he hecho sobre este tema.
Evidentemente, no tengo ninguna experiencia en esta parcela del esoterismo. Casi es mejor decir que, gracias a Dios y a sus ángeles, no tengo ninguna experiencia en este campo. Sin embargo, desde que era un inocente niño, los cuentos y narraciones de Lovecraft espolearon en mí la curiosidad de imaginarme esos remotos y angustiosos mundos donde el poder de la materia y de la maldad son inimaginables.


Digamos que, de manera general, el inframundo es el bajo astral. Es el punto más bajo de arco de la evolución. Es el punto final de todo el proceso de descenso y a la vez es el punto de partida del camino que lleva de retorno a la Casa del Padre. En nuestro plano material, el final del arco de la evolución, el punto de máximo alejamiento de la vibración del Alma, es el mundo mineral. Pero existen otros niveles de existencia, al margen de nuestro mundo material, visible y ordinario. Esos planos ocultos también tienen sus entidades, o si se quiere, sus “minerales”.
El mundo de los elementales y entidades psicológicas, esas entidades llamadas “seres demoníacos”, tienen su mundo en el bajo astral. Este plano se corresponde con lo que la enseñanza de la Iglesia ha denominado “El infierno”.
Ese es el plano interno de la materia física. Es el núcleo más denso y más íntimo de la materia. Esas entidades que pueblan esos mundos de tiniebla no son sino los servidores absolutos de la materia en su propio plano. Sin esas fuerzas, la materia volvería a su naturaleza sutil, a su plano divino. Ellos son los mantenedores de la materia en sí misma.
Existe una jerarquía de seres en ese nivel, y, como no podía ser de otra manera, temporalmente, son ajenos a la luz y a cualquier expansión de las fuerzas del alma. Eso significa que su conciencia está completamente oscurecida y que no existe en esas entidades asomo de bondad o de altruismo. Su conciencia es tan densa como el nivel de materia en el que habitan.
Es necesario que exista una polaridad totalmente negativa, lejana, pasiva y densa en contraposición a las fuerzas del espíritu, que son inmateriales, puras y positivas. Sin este equilibrio, no solo el mundo sino toda la creación, se colapsarían en un instante como el edificio al que repentinamente le fallan sus cimientos.
De la misma manera que un imán tiene dos polos y que la electricidad fluye entre los dos extremos, uno negativo y otro negativo, así también la creación necesita dos fuerzas equilibradas entre sí.
En cada uno de los ciclos cósmicos que se han ido sucediendo un grupo de chispas divinas, o Mónadas, ha recibido este encargo, por duro que parezca. Este grupo de chispas en el siguiente período continúan su evolución en otro reino superior, tal vez el reino mineral, ….
Como vemos este grupo de entidades no tiene relación alguna con nosotros, por lo cual tampoco hemos de ponernos en contacto con ellos, porque, además si tal hacemos, sufriremos una atracción fortísima de su parte y una auténtica succión de toda nuestra energía y vitalidad en su favor. Como consecuencia, nos densificaremos, y oscureceremos, aún más.
Muchísimos seres humanos que han invocado estas entidades, deseando entrar en contacto con seres de este plano, han creído que podían aguantar y soportar el contacto, y han acabado totalmente desvitalizados, consumidos, transformados en cascarones vacíos, ciegos autómatas, incapaces siquiera de pensar puesto que, hasta la inteligencia, que, por cierto, es un atributo de la materia, necesita energía para funcionar.
Estos seres, que no han sido creados para atormentarnos por toda la eternidad en ese lugar llamado “El Infierno”, frecuentan los lugares en los cuales las vibraciones que se liberan y la energía que está presente son de una nota muy baja. En los lugares de sexualidad pervertida, o de un consumo abundante de drogas o donde la violencia, la maldad, la brutalidad y el odio anidan y campan a sus anchas, es posible ver a estas siniestras entidades. Hay que decir, precisamente, que son los seres humanos con su baja vibración los que atraen y los que llaman a estos trabajadores a su mundo.
También es preciso decir que las personas que prolongan durante mucho tiempo, más del debido, pensamientos depresivos, o que viven sumidos en la tristeza y en la melancolía, sin hacer ningún esfuerzo por superar eso sentimientos tan negativos, están llamando a gritos a todos estos seres.
Tengamos siempre presente que “a más materia menos conciencia”, y comprenderemos inmediatamente el nivel de oscurecimiento de estos seres. Imaginémonos que, si el Espíritu es la suprema fuerza Positiva y Activa, por fuerza ha de haber una fuerza suprema Negativa e Inerte. Esta fuerza Negativa es la Materia.
El Diablo sería la representación máxima del lado más oscuro y sombrío, el lado más denso y sustancial posible de la Materia. Es la zona vibratoria con la nota más baja y opaca posible personificada en una entidad. Eso es El Diablo.
Por supuesto que en todos estos inimaginables espacios existe una jerar
quía de seres, cada uno en su nivel. Es normal, pues, que haya un regente.
Llamamos Diablo a ese regente. Y Mundos Infernales a todos esos planos de conciencia en los que la Materia alcanza su mayor grado de cristalización. Pero no olvidemos que en estos niveles también existe la evolución, y toda esa humanidad continúa su marcha hacia delante en siguientes ciclos cósmicos…Hay que tener claro estas nociones, Dios no puede crear seres maléficos.
Las energías propias de la involución son tan necesarias como las energías de la evolución. Son algo así como el día y la noche. Energía involutiva no quiere decir “energía diabólica” o “energía de mal”.
Nosotros estamos haciendo el proceso de la energía de la evolución, de retorno hacia la Casa del Padre, por la que tanta nostalgia sentimos. Pero en otros ciclos, sin duda alguna, nos tocó hacer el camino propio de la energía de la involución.
Simplificando un tanto, en el bajo astral, o inframundo, existen sobre todo dos tipos de entidades:
• Una gran parte de estas entidades son trabajadores de la Materia y han sido creadas, precisamente, para estar ahí. Su tarea es estar ahí. Esos seres también son Mónadas en encarnación y por lo tanto tras ocupar el punto de mayor alejamiento de la luz, continuarán su evolución. Digamos que momentáneamente son la materia como energía.
• Existe también un bajo astral creado por nuestra propia humanidad. Estas entidades provienen de la materialización de la intensa energía contenida en el odio, el deseo, en el terror, en la venganza, en la miseria sexual, en la codicia,… La vibración contenida en cualquier energía es creadora de una forma, un color, una nota musical, un sonido, un elemento químico,…
Todas esas entidades generadas por la energía psíquica que nosotros hemos lanzado al mundo forman parte de nuestro karma, son el karma de nuestra raza y de nuestro planeta. En su conjunto todo ese conjunto de entidades del bajo astral forma una única entidad llamada “El Guardián del Umbral”, al cual se le opone “El Ángel de la Presencia”, que es la entidad creada por cuanto de bueno, luminoso, santo y positivo ha sido capaz de crear el ser humano.
Todos los problemas de nuestro mundo derivan de estas entidades kármicas creadas por la raza humana. Pensemos que esos seres siguen entre nosotros desde la época lemuriana. Imaginémonos, por tanto, cómo será su fuerza y su poder, acrecentado día tras día desde hace millones y millones de años.
Ahora que la Tierra está en vísperas de tomar una iniciación, todos sentimos la necesidad de depurar la atmosfera de estas terribles criaturas. Por eso es tan satisfactorio y tan benéfico levantarse a orar por la noche, cuando la tiniebla se enseñorea del mundo, y todos duermen, sin voluntad y sin fuerza, entregados a su mundo de ensoñaciones. Es incomparable el poder de la oración en mitad de la noche, en la soledad del mundo.



Es necesario desintegrar a estas criaturas.
Cada vez que cedemos a la trifulca política y al odio colectivo, del que viven los partidos políticos, cada vez que participamos en los odios nacionales, cada vez que inflamamos más el separatismo y el egoísmo de ciertas regiones, cada vez que disculpamos un tipo de guerras y un tipo de prejuicios pero condenamos otras guerras y otros prejuicios, cada vez que azuzamos más el odio entre clases sociales como única manera manera de solucionar los problemas económicos estamos haciendo imposible disolver estas nefastas criaturas, y destruimos las posibilidades de que la raza humana, en su conjunto, entre en el Pórtico de la Iniciación.
Para mí, el símbolo escondido de esta limpieza que hemos de efectuar en nuestra atmósfera planetaria está oculto en la imagen de Cristo expulsando del Templo a todos los mercaderes que habían hecho de la Casa del Padre una casa de lenocinio.
Pensemos que cada vez que cedemos a un enojo, o cada vez que la melancolía prende en nuestras almas las entidades del bajo astral impulsarán aún más esta energía que les llega y que les regocija. Esta vibración negativa irá incrementándose más y más en nuestro interior si no le oponemos ninguna otra fuerza de signo contrario. Hemos de tener claro que si una entidad encuentra algún espacio vacío en nuestra mente inmediatamente va a ocupar ese espacio con una energía de signo negativo. Por eso hay que estar permanentemente “cerrado”.
Imaginémonos ahora que esa persona, que sin querer ya se ha dejado influir por una entidad de tipo negativo, se mueve en un ambiente social es el que ya están consolidados muchos vicios, entre ellos el suyo propio, y que, además, existe un entorno de total permisividad… Será dificilísimo logar que esa persona se libere en vida de sus vicios y que escuche la voz de su alma. Por eso es necesario ser intransigente contra muchas costumbres sociales consideradas como normales, y aun deseables, por la sociedad.
Para terminar, y a guisa de conclusión, seamos conscientes de que las entidades del bajo astral creadas por nosotros son más terroríficas y más dañinas que las entidades que, en ese mismo plano, sirven a la Materia en sí mismas.
No olvidemos que somos nosotros los que ofrecemos a las entidades del bajo astral un punto de anclaje. Nuestra tarea es romper ese punto de anclaje y cancelar toda relación con esas formas de vida. Por eso cuando rezamos el Padrenuestro decimos, ”No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”. Igualmente, en “La gran Invocación” decimos, “Que se realice el plan de Amor y de Luz. Y se selle la puerta del Mal”.
Que así sea, ahora y por siempre.

Juan Ramón González Ortiz

 

 

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