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¿Cúal
es el misterioso caso Rosalind y qué signifiado tuvo en la
vida de Krishnamurti?
Juan Ramón González Ortiz
He estado a punto de no escribir este artículo.
He conocido a muchos krishnamurtianos que no creían la historia
de Rosalind y K. Pero, enfrentados a la evidencia de la relación
secreta entre los dos, acabaron abominando de K., negando todo su
mensaje y maldiciendo la supuesta hipocresía de Krishnaji.
En los dos primeros libros que leí sobre Krishnamurti (Los
años del despertar, y Los años de plenitud, de
Mary Lutyens), ya empecé a sospechar que entre Krishna y Rosalind
hubo algo más. Mary Lutyens, en el segundo tomo de la biografía
que escribió, cita varias veces a Rosalind, pero oculta la
verdad de esa supuesta “amistad”.
Después inmediatamente, leí la biografía que
escribió Pupul Jayakar (nacida Mehta), “la zarina de la cultura
hindú”, que pasa por ser la biografía oficial de Krishnamurti.
En esa biografía también aparece la misteriosa Rosalind,
y de forma muy visible y muy nítida. Incluso, la autora insinúa
muy claramente la posición de Rosalind en la vida de K, no
como en el libro de Mary Lutyens, en el que Rosalind semeja una figura
fantasmal flotando por el valle de Ojai.
En mayo de 1991 se publicó en Bloomsbury Publishing en el Reino
Unido, un sorprendente libro, el libro que descubrió lo que
nadie, absolutamente nadie, sabía,"Lives in the shadow
with J. Krishnamurti" (“Vidas en la sombra con J. Krishnamurti”),
escrito por Radha Rajagopal, la hija de Rosalind.
Una
edición para los Estados Unidos fue publicada por Addison Wesley
en marzo de 1993. En septiembre de 2000, Radha Rajagopal reeditó
su libro a través de iUniverse, una empresa estadounidense
de autoedición.
Entre otras cosas, este libro es la confesión de Radha Rajagopal,
de que ella fue incapaz a lo largo de toda su vida de sentir amor
en su corazón, y en consecuencia nunca sintió el que
fluía de Krishnamurti.

El libro fue un verdadero cataclismo.
Cayó como una verdadera bomba atómica de un millón
de megatones entre los krishnamurtianos de entonces.
Yo
era uno de ellos.
Mucha gente, demasiada, abominó de inmediato de Krishna y de
su mensaje.
El público irreligioso, ateo o simplemente crítico con
todo lo que oliese a Espíritu o a Alma, supo que había
llegado el momento del ajuste de cuentas.
Toneladas de injurias, carcajadas, burlas y desprecios, sepultaron
Krishna, a su obra, a su legado y de paso a todas las religiones del
mundo y a cualquier aspiración espiritual.
Fue un mal momento.
Los que tenemos una actitud trascendente en la vida, ya sabemos lo
que pasa cuando las fuerzas del materialismo se creen autorizadas
por las circunstancias, en expresarse de forma triunfal.
Es una exaltación de la lógica de la materia y una negación
total, y cínica, de seguir el esfuerzo que lleva a los reinos
del Alma.
Pues eso es lo que sucedió cuando Radha Rajagopal, cuyo padre
puede que fuese, o tal vez no, el mismísimo Krishnamurti, publicó
este libro.
Carlos Silva, que además de traductor al español de
las obras y entrevistas a Krisnaji, conoció a K. en 1962, y
lo trató hasta el momento de su muerte, confiesa que este libro
dejó a mucha gente patitiesa.
Él
dice,
“A ellos J. Krishnamurti los ha decepcionado. Se les rompió
la imagen. En buena hora”.
(…)

“En cuanto a mí, el libro tuvo la virtud de ponerme aún
más cerca de K. de lo mucho que ya estaba. Diría que
gracias a ese libro hice el contacto más fuerte de lo que había
sido y pudiera soñar que era posible”
Y después, el propio Carlos Silva añadía,
“Todavía me pregunto, cómo Radha pudo acumular tanto
odio contra Krishnaji? !Qué oportunidad única perdida!”
En la página 300 del libro de Radha Rajagopal, la autora, escribe.
“Un día la historia revelará todo, pero la división
que había en Krishnamurti va a dejar una sombra muy oscura
en todo lo que dijo y escribió. La primera cosa que los lectores
se preguntarán es: si él no pudo vivirlo, ¿quién
podrá?"
¡Qué visión tan deformada la de Radha!, ¡qué
ciega arrogancia!
Este artículo pretende ser un testimonio, sin ninguna relación
con juicios de moral social o religiosa.
Ese es el verdadero problema: los juicios morales.
Profeso hacia Krishnamurti un inextinguible afecto. Expondré
mi opinión sin sombra de temor al qué dirán.
Finalmente, quiero que quede claro que este artículo no pretende
ser una defensa. A Krishnaji no le hace falta nadie que le defienda.
Ahí está su obra.

Foto de Krishnamurti y Rosalind Williams (una vez casada con Rajagopal
en 1927, es conocida como Rosalind Rajagopal)
“Mi
primer matrimonio en 1930 había sido el resultado de una fuerte
reacción contra mi educación teosófica, y más
adelante, durante la década de los treinta, yo había
estado eludiendo a K todo lo que podía cuando me tocaba ir
a Londres. Sabía que él no aprobaría mi disipada
existencia. El verle a él me hacía sentir avergonzada
e impura. Era muy desdichada, pero no busqué su ayuda porque
yo sabía que no tenía la más mínima intención
de cambiar mi modo de vida, pese a que con frecuencia anhelaba vivamente
aquella época de mi niñez en la que estuve muy cerca
de él durante los años 1926-1928.
En 1945 me divorcié y de inmediato me casé nuevamente.
Fue una unión de compatibilidad perfecta…”
1.
¿Quién era Rosalind?
Rosalind Edith Williams nació en el estado de Nueva York en
1903 (m. 1996) y era la pequeña de cuatro hermanas. La madre
se separó del marido y con las cuatro hijas fue a California,
concretamente a Hollywood. Fue entonces cuando una de las cuatro hermanas,
Emma, conoció la Teosofía y se entusiasmó con
su descubrimiento. Emma, encontró también en Hollywood
a Mary Gray, siendo ambas compañeras hasta el final de sus
días
En
1922, estando K y su hermano Nitya en EE UU, y debido a la extensión
de la tuberculosis en Nitya, Mr. Warrington (Secretario de la Sociedad
Teosófica, sección de EE UU) dijo que tenía una
amiga teósofa, Mrs. Mary Gray, que estaba dispuesta a prestarles
una casita de campo por tres o cuatro meses. El valle, cerca de Santa
Bárbara, a 1500 pies de altitud, tenía fama de poseer
un clima excelente.

Krishnamurti, Annie Besant...
Aparte de teósofa, Mary Gray era también una terrateniente
local.
No
solo tenía la casa (a la que después llamarían
Arya Vihara) sino también tierras, huertos de naranjos, aguacates,
melocotoneros, etc… en el valle de Ojai. Un lugar paradisíaco.
Mary enlistó a Rosalind para ayudar con los dos hermanos recién
llegados. Rosalind tenía 19 años, Krishna 27. A Rosalind
se le pidió ser compañera y enfermera de Nitya. Gracias
a esto pudo estar muy cerca de K cuando empezaron esas experiencias
conocidas como “el proceso”.
Dice Mary Lutyens,
“Pareció providencial que una amiga que se alojaba con
la anfitriona de ellos, Mrs. Gray, entrara en sus vidas. Se trataba
de Rosalind Williams, una hermosa muchacha rubia de diecinueve años,
aparentemente una enfermera nata.
Ambos
se prendaron inmediatamente de ella. «Ella es muy alegre, jovial
y mantiene a Nitya de buen humor, lo que es esencial», le decía
Krishna a Lady Emily. «Su hermana es de la S.T., de modo que
lo sabe todo al respecto (se refiere a la creencia de que Krishnaji
era el vehículo del Cristo) y, a pesar de eso, es muy agradable».
Rosalind
obtuvo el consentimiento de su madre para permanecer con Mrs. Gray
a fin de cuidar a Nitya. Desde el principio quedó entendido
que ella era amiga de Nitya antes que de Krishna. Krishna seguía
escribiendo cartas de amor a Helen Knothe”.

Helen Knothe fue una joven 17 años, estudiante de violín,
también teósofa, de la que Krishna pareció enamorarse
platónicamente.
En
1928 ambos se alejaron, y Helen se acabaría casando con el
economista radical y comunista, Scott Nearing.
Innumerables mujeres estuvieron enamoradas de K, y él también
se enamoró de dos o tres muchachas. Krishnamurti era sumamente
elegante.
Con respecto a su enamoramiento de Helen, Krishna escribe en una carta
a Lady Emily,
“Bien, admito que ella es muy bonita y que me gusta; quiere entrar
en el Sendero de Probación y no sabe por qué no puede
hacerlo. Tiene sólo 17 años y hemos sostenido una larga
conversación. Alguien me dijo que corre el rumor de que estoy
enamorado de ella y que esto me trastornará la cabeza, etc.
¡Qué idea! ¡Yo enamorado! Además, ¿cómo
puedo estarlo? A pesar de todo, eso demuestra hasta qué punto
debo ser cuidadoso en esta clase de cosas, de otro modo adquiriré
“cierta” reputación, y los teósofos son muy crédulos…”.
CONTINUARÁ....
Juan Ramón González Ortiz